OPINIÓN: Los miedos de Chávez

19.10.2011 22:56

Quienes conforman la élite gubernamental habitan, o pretenden hacernos creer que habitamos, en un país ajeno a nuestra realidad. Su utopía les impide concebir objetivamente la realidad de la que son autores principales y sólo es necesario observar su discurso terco y repetido para constatar cómo la impugnan e intentan ocultarla con maquinarias propagandísticas y cifras que difieren del inexorable escenario diario de los venezolanos que padecemos la infrugífera gestión de Chávez.

Ante esa desinformación que con ahínco buscan promover aquellos que administran el país, el poder y compromiso delicado e imperioso que posee el periodista de revelar las verdades y moldear las opiniones se amplifica. Ya enunciaba Chávez durante una alocución el día 15 de diciembre del pasado año que “no hay nada más peligroso que la verdad”, pero la función cardinal del periodista radica en la exposición de las verdades, por lo cual los medios del Estado incurren en un acto antiético al soslayar las informaciones referidas a las fallas en la gestión de Hugo Chávez.

Dado el poder para la metamorfosis social que posee la verdad, el ejercicio del periodismo implica un riesgo intrínseco que se acrecienta en naciones como Venezuela, donde el gobernante disimula con recelo los escenarios que existen en su país. Diversos acontecimientos durante los doce años del Gobierno de Hugo Chávez han señalado que cuando sus disidentes develan las verdades que éste intenta esconder, alcanzando la opinión pública y desencadenando la crítica social, surgen amenazas que conllevan la penalización de las vías de comunicación masiva o de los periodistas que en éstas laboran.

Es así como se ha hecho axiomático que aquellos medios que abordan la crisis de manera crítica se exponen a ser víctimas de amenazas, sucedió con Radio Caracas Televisión cuando el mandatario nacional alegó con fundamentos sin patas ni cabeza, como siempre lo hace, que este medio utilizó su señal para promover el Golpe de Estado de 2002, por lo cual decidió no renovar su concesión, y sucede con Globovisión, que ayer ha recibido uno de los ataques más fuerte en su historia, y uno de los más fuertes en la historia reciente de Venezuela en lo que respecta a libertad de expresión.

Durante el mediodía de ayer el Gobierno Nacional demostró nuevamente su ya habitual intolerancia y arbitrariedad ante la divulgación de un escenario que, previo a las elecciones presidenciales, traslucía (más) la evidencia de un Gobierno inepto, y penalizó a Globovisión con una multa de 9300 millones de bolívares fuertes, equivalente al 7,5% de los ingresos percibidos en el año fiscal, por la cobertura de las irregularidades acontecidas en los presidios venezolanos desde mediados del presente año, es decir, lo sancionó por informar

Este nuevo capítulo de la constante persecución en contra del canal ante la proximidad de las elecciones presidenciales no permite elucidar más que un Gobierno miedoso frente la amenaza que supone el poder mediático, poder mediático que le sobra a Globovisión gracias al enfoque crítico que lo caracteriza y que lo ha erigido como la principal plataforma opositora del país.

Según Pedro Maldonado, Director de CONATEL, la cobertura de la situación en El Rodeo constituía un fomento a la zozobra y alteración del orden público, y fundamenta en esto la sanción. Pero María Flores, vicepresidenta del medio, replicó con una interrogante: ¿somos nosotros los culpables de que no puedan resolver el problema en El Rodeo?

Globovisión sólo ha informado, del fomento a la zozobra y la alteración del orden público es responsable el Gobierno, es él el que permite tales situaciones y el que a través de sus medios no hace más que encubrir con impudicia el contexto social de la nación y presentar realidades quiméricas ajustadas a aquellas que sólo él y sus más ciegos adeptos pueden concebir.

Globovisión no hace más que exponer críticas, asentadas en la realidad, hacia los resultados de la gestión de Hugo Chávez, mientras que sus antítesis, Venezolana de Televisión y el resto de los canales oficialistas, se dedican a realizar apología a éste y a su errático modelo de Estado obviando la situación del crimen, la inseguridad jurídica y la pobreza, patentizando así un 

contraste con los medios opositores, y no por porque entre sí posean líneas editoriales disímiles, sino porque son estos últimos los que divulgan los análisis más exhaustivos y acertados referentes a los inconvenientes del ámbito sociopolítico del país, los que sí ejecutan debidamente la labor periodística. Sin estos medios, que son tan pocos, lo demás es monte y culebra.

Sin Globovisión la televisión venezolana no tendría más que esas empresas informativas, o más bien desinformativas, que tanto por obviar la publicación de dichas informaciones como por presentarlas en un grado ínfimo demuestran a diario y sin rebozo cómo descaradamente se adecúan a una línea editorial que impide el ejercicio de un periodismo regido por el principio esencial de esta labor: la búsqueda de la objetividad.

Aquí no caben intimidaciones. La popularidad del Gobierno se ha degradado, y si alguien dice que aún representa a la mayoría, que observe el índice de votos que obtuvo el PSUV en las pasadas elecciones legislativas. Ni el cáncer puede dar más seguidores a ese régimen menesteroso.

Es preciso que aquellos medios cuya seriedad y efectividad hace meritorio su prestigio continúen la amplia cobertura de la difícil situación del país,  analizando e informando con la perspectiva crítica que les caracteriza y que contribuye a la formación de una conciencia pública eficaz, de esta manera el pueblo venezolano conocerá la realidad de la crisis nacional y podrá apelar a esa conciencia para guiar al país a un cambio democrático y radical.

Larga vida a Venezuela, y larga vida a Globovisión.

 

José Bravo

@josedariobravo

 

Comentarios

No se encontraron comentarios.

Nuevo comentario